Como líder de RRHH o responsable de formación, probablemente has escuchado muchas veces que cada persona tiene un estilo de aprendizaje único: visual, auditivo, kinestésico… Y que adaptar la capacitación a estos estilos mejora el aprendizaje.
Pero ¿y si te dijéramos que esta idea, aunque popular, carece de base científica y puede estar limitando el impacto real de tus programas de formación?
En este artículo te explicamos por qué es hora de dejar atrás este mito y qué enfoque está respaldado por la ciencia para lograr una formación más efectiva, práctica y adaptable a tu equipo.
🔍 ¿De dónde viene el mito?
El concepto de “estilos de aprendizaje” se popularizó con modelos como el VARK (Visual, Audio, Read/Write, Kinesthetic), desarrollado en los años 90 por Neil Fleming, y con teorías previas como la de David Kolb sobre estilos experienciales.
Estas ideas ofrecieron una promesa atractiva: si identificamos el “estilo” de cada persona y adaptamos el contenido a ese formato, el aprendizaje será más eficaz. Sin embargo, a pesar de su popularidad, la evidencia empírica no respalda esta afirmación.
En 2008, el informe de Pashler et al., publicado por la Association for Psychological Science, revisó más de 70 estudios y concluyó que no existe respaldo científico para la idea de que enseñar según el estilo de aprendizaje de una persona mejora su desempeño.
Otros estudios, como los de Coffield, Moseley, Hall & Ecclestone (2004), llegaron a conclusiones similares: aunque las personas tienen preferencias, estas no se traducen en mejores resultados cuando el contenido se adapta exclusivamente a ellas.
👀 Entonces, ¿por qué sigue vigente esta idea?
El modelo de estilos es atractivo porque simplifica algo muy complejo: cómo aprendemos. Clasificar a las personas facilita el diseño inicial de contenidos, pero en la práctica, este enfoque puede llevar a una personalización poco efectiva y costosa.
Además, los estilos refuerzan una idea fija de identidad: “yo aprendo de esta manera”, lo cual puede limitar el desarrollo de habilidades clave como la adaptabilidad, el pensamiento crítico o la capacidad de aprender en distintos contextos.
🧠 ¿Qué propone la ciencia del aprendizaje actual?
La alternativa más respaldada por la ciencia es el aprendizaje multimodal, basado en el uso combinado de distintos formatos (visual, auditivo, textual, práctico) dentro de una misma experiencia de formación.
Este enfoque no busca encasillar, sino exponer a las personas a diversas formas de procesar la información, permitiendo que construyan conexiones más sólidas y significativas. Esto está en línea con marcos como el Universal Design for Learning (UDL), desarrollado por el Center for Applied Special Technology (CAST), que sugiere que la diversidad es la norma, no la excepción, y que los programas deben construirse para ser flexibles desde el inicio.
Además, se alinea con varios principios clave de la ciencia del aprendizaje, como:
Teoría de la codificación dual: combinar texto e imágenes mejora la retención.
Teoría de la carga cognitiva: evitar la sobrecarga cognitiva favorece el procesamiento.
Práctica de recuperación y repetición espaciada: practicar activamente y espaciar la repetición mejora el aprendizaje a largo plazo.
🧩 Veamos un ejemplo práctico
Imagina que tu equipo necesita aprender a utilizar un nuevo sistema de gestión. Con un enfoque basado en estilos, podrías crear versiones separadas para cada tipo de aprendiz. Pero con un enfoque multimodal e integrado, podrías diseñar una experiencia así:
- Videos explicativos con capturas del sistema (refuerzan visual y verbalmente).
- Sesiones en vivo o grabadas con espacios de preguntas (promueven el aprendizaje social).
- Simuladores interactivos que permiten practicar en entornos controlados (aprendizaje activo).
- Guías breves en PDF como material de consulta posterior (refuerzo autónomo).
Esta combinación no solo responde a distintas preferencias, sino que activa múltiples canales cognitivos, facilitando una comprensión más profunda y duradera.
¿Qué beneficios tiene el enfoque multimodal?
✅ Mejora la retención del conocimiento, al permitir que la información se procese de forma más rica.
✅ Aumenta la motivación y el compromiso de los participantes.
✅ Es más inclusivo, al considerar diferentes niveles de experiencia, contextos y capacidades.
✅ Optimiza los recursos, ya que evita personalizaciones ineficientes y se enfoca en estrategias con impacto probado.
Cambiar el enfoque: de etiquetas a experiencias
Recuerda esto: lo importante no es etiquetar a las personas según cómo “supuestamente” aprenden, sino diseñar experiencias de aprendizaje completas, flexibles y basadas en evidencia. La ciencia del aprendizaje no ofrece fórmulas mágicas, pero sí principios claros que pueden guiarte a tomar mejores decisiones en tus programas de formación.
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